viernes, 9 de septiembre de 2011

Historias cortas de Crimental.

      Realmente no hay nada que despreciemos más que la historia. Nada puede ser más imposibilitante que el sentimiento de que somos parte de una cadena de eventos, una inevitable reacción en cadena que predetermina cada cosa que hacemos, cada cosa que es posible. Con todo lo que nos rodea formando parte de un enorme continuo, es fácil olvidar que la historia en si misma es una invención muy reciente.
      Recordemos, la raza humana ha existido desde hace más de cien mil años, así que solo a sido durante unos pocos pasados miles de años de "civilización" que se ha desviado de lo "natural" si es que algo lo es. Antes el tiempo se dividía en pasado y futuro, y entonces se subdividía y se subdividía de incluso más hasta que parecía acelerar el pasado sin ni siquiera detenerse para darnos tiempo a subirnos, lo experimentábamos de una manera radicalmente diferente. En los tiempos prehistóricos, el tiempo no era lineal, podía empezar de nuevo a medida que el sol se levantaba en una bonita mañana de primavera, detenerse por una eternidad a medida que nuestros amantes besaban y mordisqueaban nuestros muslos, terminar abruptamente con la muerte de nuestros hijos.  Se repetía a si mismo en ciclos circulares, o en crecientes espirales únicas de recurrencia que se renuevan sin fin. No podía atraparnos ni evitarnos, solo llevarnos hasta el momento y soltarnos en el. Así como no había fronteras o corrientes de estandarización mundial, el tiempo no estaba limitado por ninguna ley o sistema. Una podía caminar unos pocos días fuera se su lugar de origen y entrar en mundos completamente nuevos, viajando en el tiempo y el espacio de maneras que simplemente no podían ser medidas.
      Debemos haber notado que mientras que los momentos de gran turbulencia y sufrimiento de nuestra vida se graban a fuego para siempre en nuestra memoria, nuestras experiencias de felicidad parecen escaparse de la red: mientras podemos recordar los detalles superficiales, las sensaciones reales parecen haberse fundido juntas con cada una de aquellas otras experiencias de placer que podemos recordar. Esto nos se debe a que la propia felicidad sea un genérico e informe estado. Más bien, éxtasis y placer son simplemente parte de un mundo que se extiende más allá de los limites de la historia.
      La historia no puede capturar o describir las cosas que hacen de la vida algo mágico y precioso -a estas cosas solo se puede acceder en persona- Resultan tan invisibles para la narrativa y la retrospectiva como lo son para los instrumentos de los científicos.
     Leamos esto entonces, no como una historia de Crimental y sus progenitores, sino como una ilustración en espacio negativo, un mapa hacia los lugares en el espacio ocupado de nuestro pasado en los que la vida real salio a la superficie por un momento -para recordarnos que algún día volverá para quedarse por siempre.

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